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Emprendedores

Emprender en miniatura

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Camila Gutiérrez, nació en Concepción, Chile. Una ciudad que está ubicada al sudoeste del vecino país. Buscando la posibilidad que sus hijos tuvieran una carrera universitaria fue que su madre decidió cruzar a Argentina y se instalaron en Buenos Aires.

Su hermano, después de unos años se volvió, pero ella no. “Me siento de acá”, asegura. “Terminé la secundaria acá y luego quise estudiar arte, pero mi mamá me dijo que no porque me iba a ser difícil conseguir trabajo, y bueno, estudié Comunicación Social, que también es difícil”, dice con una sonrisa.

“Elegí comunicación porque me gustaba mucho escribir, pero también siempre escuché mucha radio, aunque no sabía cómo era por dentro y ahí fue como un amor a primera escucha”, asegura. Agrega que trabajó muchos años como voluntaria en una ONG que hacía producciones radiofónicas y de aquellos años le quedaron algunos recuerdos y ese amor por el medio.

 

 

Morrito

“Mi padre fue artesano y me decía cariñosamente “Morrito”. Confeccionaba casas de campo en miniatura, con madera y diversos materiales reciclados, y crecí viéndolo trabajar en ello. Desde niña me han llamado la atención las cosas pequeñas, como juguetes, dibujitos y papelitos. Todo esto, junto a recuerdos familiares en la casa de mi abuela paterna, donde la comida era una celebración, se aunaron en este emprendimiento. Aquí condenso todo el amor por mi familia, por lo vintage, por los sentimientos maravillosos en el encuentro donde el mate está presente”, cuenta en su Bio.

Su emprendimiento está compuesto por aros y dijes que reproducen a la perfección porciones de pizza, mates de losa, tortas, sifones de soda, y distintas comidas en porcelana fría. Todo en una minúscula expresión. “Morrito nació en 2017 como hobby, y al principio era hacerlo a la par de otras cosas -yo hacía subtítulos para personas sordas-, no le dedicaba tanto tiempo, pero después fui dedicándole más y se me vino una carga horaria insostenible para dos cosas a la vez, así que me lancé. En el otro trabajo no había posibilidad de crecer, sabía que en algún momento se iba a cumplir un ciclo”, cuenta.

“Con el apoyo de mi novio y de una amiga, que todo el tiempo me decían que era posible -porque ni yo me lo creía- fue que me animé. No me lo planteaba, lo veía impensable, fue haciéndose realidad a la fuerza”, agrega la creadora de “Morrito – miniaturas”.

 

 

“Solía escribir pequeños relatos que por ahí no podía publicar en ningún lado pero que los ponía en el feed y eso me servía para pensar en una miniatura o al revés, pensaba la miniatura y luego surgía el texto”, cuenta.

Mientras relata su historia, ceba un mate tras otros, yo la acompaño con el mío a lo lejos. Es una argentina más. Si uno mira sus redes, es posible viajar a un mundo muy de acá, a nuestras tradiciones y costumbres, sus objetos mueven nostalgias y nos llevan a la cocina de las abuelas, al costumbrismo familiar, a la calidez de cada día en casa.

A juzgar por lo que escriben sus millones de seguidores en Instagram por ejemplo, son objetos que mueven muchas emociones. “A mí me encanta eso, que algo que hice con mis manos les traiga un recuerdo lindo es como re valioso”, expresa –“siento que la cocina es eso, la comida trae muchos recuerdos, olores, sabores. Tengo recuerdos, en Chile no hay inmigración italiana pero está esto de reunirse en familia los domingos, se acostumbra a reunirte en las casas; entonces para mi es eso”.

 

 

Mirando tutoriales, aprendiendo e indagando comenzó a perfeccionar su arte. “Hay muchas artistas de Europa, de Asia, de Estados Unidos que hacen con arcilla polimérica, que se hornea, entonces ahí fui viendo y aprendiendo de ese mundo de miniaturas”, relata.

El nombre “Morrito” viene del sobrenombre que le puso su papá, que “se refiere en otros países se les dice a los pibes, a los jovencitos o al osiquito de los animales”, precisa. Aunque reconoce también que se los suele conocer como pequeños cerros a los morritos, asique concluye “es lo que uno quiere que sea”.

 

 

Seguidores

Los productos de Camila han llegado a todo el país “y de Neuquén me piden mucho”, asegura. “Creo que mandé a todas las provincias”, suma. No son en serie, y llevan varias etapas. Consultada sobre si haría una línea de productos patagónicos incluyendo por ejemplo el piñón, se animó a decir que si. “Es todo un desafío cuando tengo que hacer algo nuevo”, asegura.

Al ser tan distinta y original su propuesta, Camila fue ganando muchos adeptos en las redes.”La cuenta creció mucho gracias a María Florencia Freijo, una escritora, activista feminista, politóloga especializada en perspectiva de género en el sistema de justicia y en geopolítica latinoamericana, divulgadora, capacitadora y asesora legislativa.

“Un día vi que ella me seguía, dije-quizás es casualidad-pero le mandé un mail y el mismo día lo compartió en sus historias asique me empezó a seguir un montón de gente. A la semana subí un reel, un domingo a las 7 de la mañana; dije esto no lo va a ver ni mi hermano y se viralizó y se llenó de gente la cuenta”, relata animada.

 

 

En esos días, había renunciado a su trabajo y tomó esta vivencia como una señal. Su público de 62,8 millones de personas en su Instagram se generó sólo, sin gastar un centavo en promocionar la cuenta.

“No me dan las manos”, asegura cuando cuenta sobre su producción. “La gran mayoría son mujeres las que me compran de 20 y pico a 50-60 años, pero también hay algunos hombres que me piden cosas”, asegura. En la confección de cada pieza es tal la satisfacción que siente que está convencida de que tiene “el mejor trabajo del mundo”, según sus propias palabras.

Los productos son de porcelana fría y algunas cosas de acero quirúrgico. Además, suma un delicado packaging lleno de detallecitos. Dentro de sus canales de comunicación ha desarrollado un podcast en Spotify. Con sonido de pajaritos, agua y fuego dando un contexto único, relata: “tomar mate es una ceremonia grupal, o individual también, que no empieza desde el primer sorbo sino desde que el agua es abrazada por el fuego; llegando a su punto justo antes de que las primeras burbujas se asomen revoltosas en la superficie. Mientras tanto se agita suavemente el recipiente, dejando que el polvillo se entremezcle con el resto de las hojas, en una danza de aromas. Este paso es uno de los más importantes, ya que permitirá que la fusión entr00e amargor y sabor sea simplemente perfecta”.

 

Por Leticia Zavala Rubio