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LU5 Agro

Emergencia frutícola: ¿Cuáles son las (impensadas) consecuencias de no prorrogar la ley?

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El consultor frutícola, Miguel Giacinti, analizó el escenario mundial en el marco de la pandemia y se refirió a las devaluaciones de Rusia y Brasil, dos de los tres principales mercados de la fruta de El Valle. Asimismo, reflexionó sobre las implicancias de la decisión del gobierno de Alberto Fernández de no prorrogar la Ley de Emergencia Frutícola, que venció el 31 de mayo.

“Creo en la necesidad de un diálogo a favor de gestionar los problemas de manera conjunta más que una cuestión ideológica o de ‘yo quiero hacer tal cosa y no quiero razonar’“, señaló Giacinti en diálogo con LU5Agro

¿Cómo estamos?

Lo que podemos plantear es que hay datos a tener en cuenta para tener una imagen de uns sector. esta semana hay dos aspectos clave: como impacta la devaluación de las monedas de los países y ver el mercado. En el caso de brasil, la devaluación hace que un consumidor de peras esté pagando unos 9 dólares menos por caja de peras que el año pasado.

Ese es el impacto de la devaluación en el precio en dólares en el mercado de brasil. Esos 9 dólares han hecho que los márgenes de todas las cadenas lleguen prácticamente a cero y eso hace que hoy en el mercado mayorista de Brasil vos tengas un precio a 5 dólares menos que el año pasado por caja.

Ese es el primer fenómeno, eliminación de márgenes y alguno, al final de la cadena, tendrá un margen negativo y eso casi siempre es en mayor parte para el que produce. 

En Rusia pasa algo similar, estamos hablando de un fenómeno de 4 dólares menos por caja de peras de 18 kilos. La otra cara de la moneda, que es el otro fenómeno, son las cuestiones de mercado. En el Valle terminamos teniendo más cosecha de la esperada pero en calibre 100/110, mucho de esto fue a Estados Unidos. 

Estos tres mercados, Rusia, Brasil y Estados Unidos, al día de hoy representan el 70% de las exportaciones de peras de El Valle. Si eso lo queremos cuantificar y estamos hablando de un impacto negativo de no menos del 2.200 millones de pesos para la fruticultura. Que sea una actividad que está funcionando no significa que sea rentable, en este entorno internacional.

En algún momento planteaste que la temporada no sería muy complicada y se está viendo que hay demanda pero con precios bajos…

Si uno analiza la demanda, la gente está comprando más fruta y a lo largo de la cadena, hay comprador. lo que no se pudo vislumbrar fue el impacto de las devaluaciones de la monedas. La posible devaluación no estaba en el imaginario para hacer un análisis en el mediano plazo. El miedo del Covid no era la devaluación sino que la gente no comprara fruta. En ese escenario, yo plantee que no había problemas de demanda. 

¿Qué cosecha debemos mirar del mundo para saber cuál es el horizonte de la fruticultura?

La demanda va a estar, estamos viendo una consolidación de demanda de fruta en el hemisferio norte. no hay un problema por ese lado. La cuestión es a qué precio podés colocar la oferta. Para eso tenes tres elementos: trabajar los calibres, elegir las ventanas de oportunidades para planificar tu venta  y el tercero es resolver la cuestión financiera de cómo vas a financiar tu estrategia de venta. 

La presión impositiva estaba dejando a la manzana y a la pera afuera del mundo y la emergencia frutícola, que instaló el gobierno anterior, ayudaba…

No prorrogar la emergencia creo que puede ser el mayor error en materia política pública en esta coyuntura.  

Es un baldazo de agua fría. La gente va a dejar de podar…

No solamente eso. Los impactos que puede tener esa decisión, creo que puede ser el mayor error de decisión política nacional sobre economía regionales, en un entorno como el actual, porque, así como, cuando yo dije que no iba a haber problema con el Covid-19 pero porque en ese momento íbamos a la demanda, y ahora me planteás que es diferente; sí, es diferente porque era impensada la devaluación de la moneda en muchos países.
Hoy hay una falta de imaginación del efecto que tiene esa no prórroga que va más allá de ese tema.

Te doy dos casos: uno, metafórico. Siempre recuerdo muy gratamente haber analizado en reuniones con gente del sector político y privado en México, el famoso tema de quién financia a las mallas para proteger la fruticultura en México. La financia el Estado. Me dicen los políticos: “El seguro antigranizo es más barato” pero sale caro porque si cae granizo le voy a dar al productor su dinero, pero la gente no va a trabajar y yo necesito fomentar que la gente trabaje.

Si yo pongo más dinero que la malla, logró mejor calidad y logro que la gente trabaje todos los años.  Aquí, un razonamiento muy amplio de lo que implica una decisión política. Lo hago a nivel de ejercicio, no estoy cuestionando ningún programa de granizo local, simplemente estoy contando de cómo a veces se razonan las decisiones y ese razonamiento puede ser más exigente que otros.

Y ahora hablo del imaginario que estoy pensando de consecuencias: nos quejamos que las facturas eléctricas son caras. La actividad frutícola tiene un rol muy importante en el uso de la demanda de energía, y esa demanda que es muy fuerte y se ve muy claramente esa demanda, si bien quiero aclarar que la fruticultura tiene un bajo componente como puede ser un comercio o un hotel, de sus ventas en cuánto costo de energía eléctrica, no es que es el problema en estas actividades pero sí es un costo, y es que contribuyen, por otro lado, porque si esa demanda se cae porque no hay actividad de empaques frigoríficos, el precio de la tarifa eléctrica va a aumentar porque lo que la tarifa hace es tener un costo de gasto de energía en términos de administrar la distribución de energía, dividido una cantidad de kilowatts, que es la demanda. Si vos disminuís la demanda, el costo de la tarifa aumenta. Por lo tanto, hay un beneficio indirecto en esta actividad de la fruticultura, impensado, vía en la tarifa eléctrica.

Yo creo que las consecuencias pueden ser mucho más de lo que estamos diciendo hoy de que son los posibles errores o los impactos de estos errores.

Gracias a estas herramientas se ha sostenido la actividad. El primer impacto se verá en la poda y en que los productores que se salen del sistema no volverán…

Por eso siempre se habla que la generación de empleo de una hectárea de fruta es 200 veces más que una hectárea de agricultura extensiva. Pero en este entorno de país, de incertidumbre de situación, tomar decisiones de este tipo, obviamente están limitadas en análisis y no están evaluadas en impactos económicos y sociales. Es la sensación.

Los bonos de $10.000 hicieron que desapareciera la gente que iba a buscar trabajo a las chacras…

Para que funcione esa rueda, tiene que haber alguien que ponga el dinero. Y si, por otro lado, vos tenés una actividad que levanta a pedir que ponga al día ese pago pero a su vez esa actividad te va a generar menos actividad y por  tanto menos impuesto en la recaudación… por eso es que , tal vez, el balance de lo positivo y de lo negativo, de extender o no el tema de la emergencia, en el tema del impuesto de la fruticultura, me parece que no va  a simplemente a decir “porque necesito plata, que vuelva a pagar”, me parece que no hay un balance de aspectos positivos negativos y que las consecuencias de ello, puede haber muchas cosas que no hayan imaginado que después terminan repercutiendo.

¿No se está poniendo en la misma balanza o tiene que ver con una decisión adrede?

Yo creo que no es adrede ni es el fenómeno…. Te lo voy a proyectar de una manera muy simple: si vos y yo nos sentamos a charlar, y en realidad yo quiero que vos me pagues más y vos te sentás para pagar menos, cada uno va a estar en su posición defendiéndose y no se va a analizar qué es lo mejor para hacer. Si yo me siento para decir “quiero tener esto”, ambas partes, nunca va a haber una solución. Lo mejor es sentarse y ver cómo podemos administrar esto con esta realidad. Tenemos problemas y dilemas. Problemas es cuando tenemos una solución, dilemas es cuando no la tenemos. ¿La fruticultura tiene solución hoy? Sí, pero no hay los recursos necesarios para poderlo resolver porque es una cuestión tecnológica atrasada, la fruticultura tiene varios índices bajos de rendimientos tecnológicos y eso es parte del primer punto, que se llama Altos Costos, independientemente que eso está potenciado por un problema de tipo de cambio. Hoy tenemos un dilema: cómo manejamos un dilema. Sentémonos constructivamente a manejar el dilema, no de sacar ventaja sino de hacerlo conjuntamente. Entonces lo que estaría faltando, como pudo haber estado en otro momento, es un escenario a favor de encontrar una solución a este dilema que tenemos, que es “ni te puedo pagar ni puedo vivir eternamente en emergencia económica”. 

El país vive en emergencia y le pide a un sector que el último año le fue bien que salga de una crisis que viene arrastrando hace 20 años…

En el entorno actual, no se permiten, es decir, las consecuencias de no tener más la emergencia en la fruticultura, pueden ser peores que lo que pretende el Estado decir que no va a recaudar. En mi opinión pueden ser peores.

Cada uno puede tener una posición ideológica pero cuando te sentás a analizar un problema objetivamente, salta en la mesa el que tiene una posición ideológica. El tema es tener una actitud de sentarse constructivamente a encontrar cómo gestionamos el problema. La fruticultura es parte de ese entorno nacional que es volátil, que tiene los problemas propios de una actividad que tiene problemas de sustentabilidad y lo encontró vía ese mecanismo.

La cuestión es sentarse a verlo de ese punto de vista. Creo que las decisiones políticas cuando se toman en función de un criterio que, no necesariamente es el que es el principal, porque no existe. Así como cuando dije que en el consumo mundial no va a haber problemas, el razonamiento mío fue bueno, pero admito que mi imaginación no llegó a pensar que una devaluación podía estar atrás de todos estos problemas económicos. Yo también me equivoqué en el análisis. Lo que estoy diciendo es, tomando como reflexión eso, tomemos como consideración que la actual emergencia económica, el darla de baja puede llevar muchas sorpresas desagradables de efectos no considerados como impacto económico en esa decisión. Creo en la necesidad de un diálogo a favor de gestionar los problemas de manera conjunta más que una cuestión ideológica o de “yo quiero hacer tal cosa y no quiero razonar”.