Historia de vida
El manifiesto de Belisario Castillo
Belisario Castillo, es un referente joven de la zona norte. Tiene 38 años, nació en El Huecú, localidad ubicada a 30 kilómetros de la comunidad Huayquillán, en la que nació. Es lonco de la misma, y se radicó allí tras un recorrido que lo llevó a capacitarse y buscar mejores horizontes.
“Toda mi vida fue acá”, cuenta refiriéndose a Colipilli y continúa: “Hice el primario en la escuela 302 pero hay dos, con seis kilómetros de distancia; una en Colipilli abajo y otra en Colipilli arriba”, agrega. Con tono pausado nos cuenta que el motivo de la existencia de la segunda escuela, se dio “porque muchos estudiantes venían caminando a la de arriba, y era un esfuerzo enorme para que los chicos pudieran llegar; por eso pudieron hacer la de abajo”.
“Yo terminé en la de Colipilli abajo y después me fui a estudiar a Junín de los Andes, en la Fundación Cruzada Patagónica. Posteriormente me quedé trabajando en Junín, en una chacra de arándanos, donde hacía riego, trasplantes, plantines… -lo que había aprendido en la escuela- y luego me fui tres años a Santa Cruz a trabajar al Parque Nacional Monte de León, en Piedra Buena”, añade.
“Este parque está ubicado a 200 kilómetros de Río Gallegos. Ahí trabajaba en una hostería, donde recibían turistas extranjeros casi en su mayoría, y hacía mantenimiento y huerta, porque se consumía todo lo que se cosechaba ahí”, contó.
Los caminos de la vida
“Volví a la comunidad en 2009, pero los años que me fui, siempre regresaba, no dejando de lado la cultura mapuche y la trashumancia”, expresó.
Un desenlace inesperado en esos años de idas y venidas hizo que el joven precipitara su regreso al paraje de raíz. “Tuve un accidente cerca de Mainqué, en Río Negro, por eso decidí volver para recuperarme y me quedé definitivamente”, detalló.
Ese año, la comunidad lo eligió como werkén (figura que cumple funciones de consejero y suele ser el portavoz de su comunidad) y también comenzó a tener vinculación laboral con distintas áreas de gobierno.
“Me había contratado de nación para el Proyecto de Desarrollo Rural de la Patagonia (PRODERPA), y también era promotor en la comunidad en actividades con los crianceros y demás”, detalló Belisario.
Paso a paso
De a poco fue convirtiéndose en un referente joven y si bien aclara que las condiciones laborales y de oportunidades en esos lugares chiquitos no son muchas para los jóvenes, el empezó a “conocer lugares, familias, me capacité mucho, hice mucho contacto y afinidad”.
“Creo que me ayudó mi forma de ser, el diálogo, el hecho de haberme capacitado. Todo depende de uno, hay que rebuscárselas como se pueda, no esperar todo de arriba. Tiene que haber un esfuerzo de uno… El lograr cosas, yo me esforcé, me capacité, aproveché oportunidades, tuve mayor conocimiento y fui siempre con buen diálogo a todos lados”, sostuvo.
“Para tener un buen trato, tenés que tener buen diálogo, no ser prepotente. Yo tengo paciencia y si hay crítica mientras sea constructiva, la voy a tomar; creo que todo eso hizo que yo esté donde estoy hoy”, sumó.
Contó que él fue uno de los que incentivó e inspiró que otros jóvenes tomaran la iniciativa de ir a estudiar. “Yo fui de los primeros y eso permitió que pensaran “si el pudo por qué yo no voy a poder”. A Junín fueron algunos y después abrió un Cepem en Taquimilán, que está a 40 km y tenía un albergue. Hay varios que terminaron ahí, algunos son profesores y trabajan en la misma comunidad”.
“Se lleva en el corazón”
En junio del año pasado, en el marco de la Ley provincial de Trashumancia N° 3016, Belisario fue elegido entre los nuevos representantes de la Comisión de Huellas de Arreo. La ley tiene como objetivo garantizar el libre tránsito de los crianceros por las huellas de arreo, y en la misma además se contempla la creación de una Comisión Conformada por 8 representantes de productores (4 titulares y 4 suplentes).
Esta comisión tiene la función de informar sobre los avances de la aplicación de la ley, conciliar los intereses de las familias trashumantes con la creación de huellas de arreo e infraestructura vinculadas con ellas, proponer programas, proyectos o normativas relacionadas con las familias trashumantes y las huellas de arreo, colaborar en la elaboración y difusión de campañas de promoción de las actividades de trashumancia, asesorar a los distintos organismos vinculados con la seguridad vial, en materia de señalización y operativos, e intervenir en las modificaciones de las huellas de arreo, que surjan como aplicación del artículo 15 de la ley.
Sobre este rol, reflexionó que “conoce la actividad desde niño. Lo hacía porque tenía incorporado que tenía que ir. El arreo se lleva en el corazón, nadie te lo puede sacar, es algo cultural que me gusta mucho y eso hizo que yo pudiera tomar este compromiso”.
“Yo conozco la realidad de los crianceros trashumantes, pase por todo, lluvias fuertes, nevadas, uno no se arrepiente de eso de todas formas”, señaló. Hoy en día da charlas en las escuelas sobre la temática. “Está en la planificación escolar la trashumancia por eso se dio que cada alumno tenga que salir a buscar información. Empezaron a conocer que hay una ley, que hay representantes, etc. y de ahí surge la propuesta, así que voy y cuento qué es, cuándo se hace, quiénes participan, en qué periodo, entre otras cosas”, detalló.
Viciera
Su mamá es tejedora, en una reunión se lo ve a Belisario con algo tejido en telar apoyado en la pierna. Lleva dos bolsillitos, uno de cada lado; en el medio estaba apoyado el mate, y de un bolsillo saca yerba. Le pregunto “¿qué es?”, “una viciera” me responde. Entonces, además de encargarle una para mí, le pido que me cuente la historia de ese producto tan bonito y súper útil.
“La viciera viene de hace muchos años; es la forma más fácil de trasladar el mate, azúcar y yerba para el arreo. Es algo original de la zona, acá en el norte la mayoría de los arrieros lo tienen porque viste que por ahí llevas un frasco un tupper, y se puede dar vuelta o romperse, en cambio la viciera no se rompe y no te pasa eso”.
“Mi mamá lo inventó en Colipilli hecho en telar mapuche y ahí se comenzó a hacer en otros lados. Ha empezado a vender porque a la gente le empezó a gustar”, contó el hijo de una mamá tan emprendedora como él.