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Agroindustria

Pasaron las nevadas, ¿cómo quedaron los campos ganaderos?

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Nuestra región está atravesando uno de los inviernos más crudos de los últimos años. Las  nevadas llegaron a dejar 1,5 metros de nieve sobre la superficie, se vivieron temperaturas extremas de hasta 20 grados bajo cero y circularon tremendas imágenes de ganado intentando sobrevivir al entorno. ¿Cuál es el horizonte de la producción ganadera? ¿Podrá superar el invierno 2020?

En diálogo con Realidad Económica, productores de Río Negro y Neuquén nos cuentan cómo es su realidad cuando las nevadas cedieron pero las condiciones siguen siendo muy difíciles.

Los meses más difíciles

“En la zona sur de Neuquén, donde la ganadería es mayoritariamente bovina, tuvo menor impacto que en la zona centro. En el cordón que va desde Piedra del Águila, Zapala y de ahí al norte se cargó con muchísima nieve”, contó Diego García Rambeaud, presidente de la Sociedad Rural de Neuquén, desde Junín de los Andes.

Y continuó explicando que “los campos donde hay ganadería ovina y caprina son los más perjudicados porque el animal al ser más chico y caminar con mayor dificultad en un campo tapado de nieve, tiene una repercusión más inmediata porque no pueden comer. Se debilitan, se echan y en muchos casos quedan sepultados por la nieve”.

Este es el panorama de Neuquén, Río Negro y Chubut, provincias donde las nevadas han tenido un impacto terrible sobre la ganadería. “Al cargar mucho la nieve, se tapa el pastizal natural, la hacienda en julio/agosto no está en el mejor estado corporal – son los meses más difíciles porque vienen con reservas del verano y comiendo lo que hay a disposición- y cuando se les tapa el forraje empiezan a comer reservar corporales. Si no las tienen, se debilitan muy rápido”, continuó García Rambeaud.

“El bovino se la rebusca bastante porque es un animal grande con mayor facilidad para desplazarse para tener forraje. Pero es una situación donde el animal se desmejora mucho”, aseguró.

Los caminos de la vida

Desde Bariloche, el productor Edgar Contín cuenta que: “Hay lugares a los que no se ha podido acceder porque no han abierto los caminos porque sólo se puede hacer con maquinaria importante y el productor generalmente no la tiene”.  Y continúa: “Hay zonas donde es imposible el ingreso, eso es lo más urgente y lo más grave. Son parajes amplios con varios productores”.

García Rambeaud también puso el foco en los difíciles caminos de la Patagonia. “Están en una situación compleja. Hemos recibido ayuda de Defensa Civil para asistir a los pobladores de las áreas lejanas. El mantenimiento de caminos secundarios es menor a los principales”.

“Al día de hoy la situación sigue siendo complicada. Hay lugares a los que todavía no se ha podido acceder. Es imposible cuantificar la mortalidad”, dijo Baldomero Bassi, presidente de la Sociedad Rural del Alto Valle, poniendo blanco sobre negro en una situación que aún no se puede evaluar.

Es esperable que esto pase y siempre nos ocurre lo mismo, esto es Argentina. En los momentos de emergencia, de apuro, no tenemos los medios necesarios”, opinó Contín.

 

 

¿En riesgo?

Los escuchamos y preguntamos si la producción ganadera está en riesgo y las opiniones diferen.  “Si porque se estima que habrá una gran mortandad. Nosotros venimos de una gran mortandad por la sequía de 2012 y nos tomó varios años poder recuperar el stock de ovinos”, señaló Bassi.

Y agregó: “Hay pequeños y medianos productores que van a perder sus rodeos. Va a tener un impacto en la producción y en las economías regionales porque hay muchas que son de subsistencia, con productores con 60/70 ovejas y lo van a perder todo. Va a ser muy difícil recomponer esos stocks”.

“No está en riesgo pero sí habrá pérdidas importantes y se sabrá cuándo se vaya la nieve. Creo que la magnitud de la pérdida la veremos en un mes más”, opinó el productor de Bariloche.

En el mismo sentido, Bassi aseguró: “Hasta septiembre es muy difícil avizorar cómo va a ser el futuro. Estamos trabajando desde la Federación buscando herramientas para el proceso post emergencia para seguir adelante con lo que quede”.

“Todo vale, todo sirve”

Mientras el campo patagónico está bajo nieve, hay parajes aislados y aún es imposible cuantificar las pérdidas, los gobiernos de Neuquén y Río Negro declararon la emergencia ganadera y llevaron adelante distintas medidas que van desde el aprovisionamiento de alimentos, leña o forraje hasta el trabajo abriendo caminos. ¿Es suficiente?

Contín cuenta que “ha habido ayuda para los pobladores. Les llevaron alimentos, forraje… Todo vale, todo sirve pero le pediría a la gobernadora (Arabela Carreras) que deje libres los accesos”.

Bassi asegura que han recibido ayuda de Provincia “tratando de liberar los caminos, lograr accesos más fáciles. Se priorizó la asistencia a los pobladores de parajes aislados y se comenzó a proveer de forraje a los lugares donde se podía llegar. Hasta el dia de hoy, hay lugares a los que no se ha podido acceder”.

“Desde Federación de Sociedades Rurales se ha trabajado con forraje y balanceado en las sociedades de Los Menucos y Maquinchao. Y ayer (10 de agosto) pedimos al ministro Luis Basterra un fondo rotativo para que sea distribuido por las rurales afectadas con el objeto de comprar forraje para los animales que sobrevivan y permitir al mediano y pequeño productor acceder a la compra de animales. Esperamos tener una respuesta en los próximos días”.

 

El vaso medio lleno

“Es una situación compleja, con mucho trabajo para atender a los animales. Pero son las nevadas que necesitamos para el abastecimiento de agua de primavera y verano. Eso garantiza el buen estado de los pastizales y que sea un año bueno a nivel forrajero”, dijo García Rambeaud.

Y continuó explicando: “Venimos de entre 8 y 10 años de sequía, de inviernos muy tranquilos, con nevadas de poca intensidad. Y en primavera/verano, se sufre esa falta de nieve”.

“Es una cadena porque sin precipitaciones en invierno el estado del forraje es menor y la hacienda no tiene para abastecerse y para que sus ciclos productivos sean eficientes. Entonces los animales, en muchos casos, entran con menor estado corporal al invierno y el ciclo va perdiendo eficacia. En lo posible se debe entrar al invierno con el animal en buen estado y que pueda hacer frente a contingencias como ésta”, dijo.

En este contexto y en un intento por capitalizar lo menos malo del panorama, el productor dijo: “Las consecuencias son inmediatas en los animales flacos o muertos y, después vamos a tener un efecto rebote en cantidad de agua y pastizal, que va a ser muy beneficioso. La hacienda que quede tendrá más posibilidades de tener buenos ciclos productivos”.

García Rambeaud concluyó: “Estoy tratando de ver el vaso medio lleno. Es una complicación muy grande que genera daños inmediatos pero no deja de ser una salida de los ciclos secos que hemos tenido tantos años. Necesitamos que los campos vuelvan a tener la disponibilidad de agua y de forraje de antaño”. 

La imprevisibilidad del clima

Marcados por la imprevisibilidad del clima, los productores ganaderos se enfrentan cada año a eventos climáticos como las sequías, temporales y nevadas que afectan la estabilidad de los sistemas.

De acuerdo con los especialistas, las nevadas representan el mayor riesgo y, aún, la proximidad, duración y severidad resultan impredecibles. Esto se debe a que surgen como una combinación especial de factores climáticos, cada uno de ellos de difícil predicción individual.

Este año en particular,  la nieve acumulada supera la media histórica para la época, lo que requiere de una atención especial por parte de los productores ganaderos.

“Todos los inviernos nieva y los productores estamos preparados para afrontarlos. En marzo/abril se junta forraje, alimento y leña para soportar estas inclemencias climáticas. Pero este año fue más de lo habitual, los conocedores dicen que hace más de 20 años que no se ve algo así y eso complica la situación”, aseguró Bassi.

Por su parte, la productora de Comayo Silvia Yanov opinó: “Gran parte de esta situación se da porque en estos años de sequía extrema nos hemos olvidado de prepararnos para un real invierno patagónico”.

 


 

Por Carla Barbuto