Agronegocios
Virus rugoso del tomate: pautas para prevenir su dispersión
El virus rugoso –de nombre científico Tomato brown rugose fruit virus (ToBRFV) del género Tobamovirus– es una amenaza para la producción de tomate y de pimiento a escala mundial. En la Argentina, se detectó por primera vez en febrero de 2023, en la provincia de Corrientes y posteriormente en el cinturón hortícola de la ciudad de La Plata y Mar del Plata –Buenos Aires–, así como en Salta en cultivos de tomate. Debido a que no tiene un insecto vector, la partícula viral es estable y su transmisión es mecánica. La actividad humana resulta ser la principal forma de propagación del virus en los cultivos (mediante el comercio de semillas, plantines y el manejo del cultivo). Por esto, un equipo de especialistas del INTA, el Senasa y el INASE ponen el foco en recomendaciones para prevenir, controlar y disminuir su dispersión.
Paola López Lambertini –especialista del Instituto de Patología Vegetal del INTA– señaló que “el virus rugoso del tomate, cuando infecta plantas jóvenes, puede ocasionar pérdidas de rendimiento que van desde un 30 a un 70 %”. Y agregó: “La incidencia de la enfermedad puede alcanzar un 94-100 %, cuando el manejo no es el adecuado”.
En este sentido, resulta importante poner el foco en prácticas de manejo que permitan frenar el avance de la enfermedad. “Es esencial combatir el virus, por lo que se requiere implementar estrategias fitosanitarias de prevención y control”, indicó López Lambertini y aclaró que para lograr buenos resultados es muy importante el trabajo en conjunto de todos los eslabones de la cadena productiva –semilleros, plantineras y productores– de ambos cultivos.
Por otro lado, para las plantineras y productores, la especialista del INTA indicó: “Limitar la cantidad de personas que entran al cultivo, colocar alfombras o bandejas para desinfectar los zapatos en todas las entradas, utilizar ropa exclusiva para trabajar en cada invernadero (la cual se deja en el mismo y se lava) y desinfectar las manos de los trabajadores con frecuencia”.
Desinfectar equipos, herramientas, calzado y otras superficies no porosas, una opción es utilizar lavandina al 10 %. Una buena alternativa es tener, por ejemplo, dos cuchillas para dejar una desinfectando mientras se utilizad la otra. En caso de tener un invernadero o lote con plantas infectadas o bajo sospecha de estarlo, entrar a trabajar al final de la jornada laboral.
No tocar las plantas al caminar entre las filas, inspeccionar visualmente hojas, tallo, pecíolos, cálices y frutos para detectar plantas con síntomas típicos de la virosis o que estén fuera de tipo, y luego eliminarla y quemarla junto con las 5 plantas que se encuentren alrededor de la planta sospechosa. “Esta medida es muy eficiente para evitar la dispersión de la enfermedad en las etapas tempranas del cultivo. Además, es fundamental después del trasplante para eliminar plantas enfermas por transmisión por semillas”, destacó López Lambertini. Por esto, es importante no trasladar la planta o el fruto ante la sospecha de síntomas compatibles con el virus.
Y, por último, puntualizó: “No regar en exceso. Si se realiza riego por surco, trabar el extremo de cada surco para evitar derrame de agua y la dispersión de las partículas virales”.
En los últimos eslabones, para distribuidores se recomienda limpiar los vehículos, mientras que para pequeños productores y huertas familiares no utilizar semillas de frutos de tomate y pimento provenientes de regiones productoras donde está el virus presente.
Cómo detectarlo
En cuanto a los síntomas, Daniel Kirschbaum –especialista en horticultura y coordinador del Programa Hortalizas, Flores, Aromáticas y Medicinales del INTA– detalló: “Los síntomas para identificar plantas infectadas de tomate son hojas con mosaico y moteado, ampollas y estrechamiento de la lámina foliar, necrosis de pedúnculos, cálices, peciolos y necrosis longitudinal del tallo, maduración desigual en frutos jóvenes. Mientras que, en pimiento, son hojas con mosaico leve y decoloración de las hojas jóvenes, necrosis del tallo y deformación del fruto”.
Y agregó: “Los síntomas del fruto de tomate incluyen decoloración y manchas marrones o bronceadas. Algunos frutos verdes pueden estar infectados y permanecer asintomáticos hasta que el fruto comience a madurar”.
En este sentido, Eduardo Trumper –especialista y coordinador del Programa Protección Vegetal del INTA– destacó que “es importante tener en cuenta que, aunque la planta no presente síntomas también puede estar infectada. Ante sospechas de presencia de la enfermedad, es fundamental no tocar la planta, aislar el sector y avisar a la oficina del Senasa, INASE o INTA más cercana”.
En el caso de confirmar los síntomas de las plantas infectadas, se recomienda a los productores comunicarse a virus.rugoso@inta.gob.ar o tomate@senasa.gob.ar o con los técnicos de INTA o Senasa de la región del país en donde se encuentre.
“Se están analizando las plantas para determinar la presencia de la enfermedad en diferentes regiones del país, lo cual aportará a la actualización permanente de un mapa de la dispersión de la virosis que gestiona el Senasa. Esto permitirá tomar las medidas fitosanitarias pertinentes para su control”, describió Trumper.
En caso de que se confirme la presencia de ToBRFV se deben quemar los residuos vegetales y desinfectar todos los materiales asociados con las plantas infectadas, como hilos, etc. No se debe mover nada del área infectada a otras zonas o áreas dentro del predio. Además, es muy importante desinfectar el invernadero al final de cada temporada de producción.
Y agregó: “Las partículas virales son muy estables por lo tanto pueden permanecer en el suelo, en restos de plantas y en estacas durante largos períodos”.
La prevención es la mejor defensa contra el virus rugoso, incluso cuando existan plantas sin síntomas. Por esto, el trabajo en conjunto de cada eslabón de la cadena productiva de tomate y pimiento -semillero, plantinera, productores- es esencial para combatirlo.