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LU5 Agro

Trevelin, el paraíso de la producción de una zanahoria que “se come como una fruta”

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Para muchos Trevelin es conocida como la villa de los tulipanes y los campos multicolor son una postal casi obligada. Para Rafael Lowey, Trevelin es el paraíso de la producción de una zanahoria premium que “parece una fruta” por su dulzor. En una profunda charla con LU5 Agro, Lowey dijo: “Estoy a los 60 con la misma polenta que a los 20 porque tengo una pasión enorme. Es una vida dedicada a la producción y estamos muy orgullosos de nuestro trabajo. Cuando algo se hace con gusto y pasión, difícilmente fracase”.

Contame cómo arrancaste.

Llegué a Trevelin hace más de 30 años. Ya conocía de antes porque soy de Comodoro Rivadavia y mi padre tenía un campo ganadero acá. Era un campo no apto para lo que yo hago. Y cuando me recibí de ingeniero agrónomo, en el 89, me vine para acá y me radiqué. Empecé de a poco, probando con algunas hortalizas y después me dediqué fuerte a la hortaliza de hoja y algo de zanahoria. Con el tiempo, como todo, te vas dando cuenta qué funciona bien y qué no. Así que fui dejando de lado el tema de las hortalizas y hoy ´nos dedicamos plenamente a la producción de zanahorias.

¿Estás bajo riego?

Si, es imposible producir si no estás bajo riego. Acá termina de llover en septiembre y no cae más agua hasta  el otoño. Hacemos todo riego por aspersión. La zanahoria es una raíz y cuando menos se apriete el suelo, mejor se desarrolla y menos se deforma, y el riesgo por aspersión logra eso. Hay otra cuestión que es el relieve, que es pronunciado, y en todos los cuadros tenemos aspersión.

Arrancaste con 20 y pico de años…

Si, y hoy tengo 60. Tengo una trayectoria. No somos grandes productores, no somos comparables con los de Santa Fe o Mar del Plata, que te hacen un millón de hectáreas. Nosotros, al especializarnos, hemos llegado a hacer hasta 30 hectáreas. Lo nuestro es la calidad, trabajamos en un mercado de calidad. Le ponemos todas las fichas para que sea una zanahoria de calidad premium.

 

 

¿Con qué destino?

Trabajamos en el mercado zonal y en Neuquén. Trabajamos mucho con supermercados como La Anónima, que se lleva más de la mitad de la producción. Ellos las distribuyen en todo el sur, hasta la isla. 

¿Cómo es el suelo?

El clima es el ideal porque la zanahoria necesita noches frescas y calor para desarrollarse, acá en el verano hace calor y tenemos noches frescas. Eso lo ayuda muchísimo. No podemos hacer cualquier cultivo porque caen heladas. No tenemos un período libre de heladas, aca en pleno enero te puede caer una helada tremenda y eso a la zanahoria no la afecta.

El suelo de Trevelin tiene mucha materia orgánica, tenemos lotes con arriba del 15% de materia orgánica y eso es un montón. Para que te des una idea, en Mendoza llegan al 1%. Es tremendo y eso le da un condimento a la zanahoria, le da muchísimo color y un sabor muy dulce. Te la comes como una fruta, es dulce, tierna y de un color increíble.

¿Tenés marca?

Si, Patagonia organics. Mucha gente se confunde y cree que la zanahoria es orgánica y no, pero hicimos ajo y echalote orgánico para exportar. Con las cuestiones de este país – que el dólar sí, que el dólar no; que la exportación sí, que la exportación no- nuestro proyecto se cayó. Llegamos a exportar echalote organico al Carrefour de Francia. El mercado interno no le da mucha bolilla a lo que es orgánico, tiene un  costo extra importante porque tenes otros insumos y tiempo para el papeleo… Es carísimo y nuestro proyecto se terminó quedando en la nada. 

No hacemos una zanahoria orgánica pero al ser un invierno tan riguroso se aligeran un montón de enfermedades y plagas que en otras zonas  sí tiene la zanahoria. Te permite hacer un cultivo mucho más sano, prácticamente no se utilizan agroquímicos.

 

 

¿Cómo sostenes el suelo haciendo un monocultivo?

Con rotaciones y haciendo un manejo lo más racional posible y no saturándolo en densidad.

Vi fotos tuyas de chiquito arriba del tractor…

Si, y yo arranqué con un tractor sin cabina y me comí unos fríos y unos tierrales que ni te cuento. Pero es como con todo, cuando le pones ganas y tenés la pasión necesaria… Por eso apuntamos a la calidad y no a la cantidad y nos va bien. Tenemos mercados a los que nosotros apuntamos con un plus de precio por la calidad. 

Y me olvidé de decirte pero este año mandamos bastante zanahoria al Mercado Central y nos hemos hecho un nombre y el plus por bolsa que nos permite pagar un flete, porque estamos lejos de todo centro de consumo. 

¿Cómo hacés para contenerse de no probar otras cosas?

Porque eso pasa en etapas en las que ya la pasé. También hice tulipanes y un montón de cosas y ahora ya me especialicé. Estoy trabajando con mi hermano, que maneja la logística y comercialización, y tenemos un equipo bárbaro. Tenemos todo el circo armado, desde la maquinaria hasta el riego, la tierra, los clientes… Podés ser el mejor pero si no tenés dónde colocar la producción, te caes. Tenemos todo armado y estamos trabajando bien. Este año la tenemos difícil porque el año pasado la zanahoria valió y todos se largaron a hacer zanahoria, este año están atorados los mercados… 

¿Te sale en la misma época del país?

Cosechamos desde enero a abril. Generalmente en esta época, la zanahoria de Mendoza con los calores, no tiene la mejor calidad y ahí es donde nosotros entramos fuerte.

 

 

¿Hiciste tulipanes?

Si, un par de años. Cuando fue la famosa revolución productiva de Trevelin que hacían de todo para ver que funcionaba. Ahí me tocó la etapa de los tulipanes y ahora hablar de Trevelin es tulipanes. Es una zona muy linda, con cultivos muy sanos y un potencial enorme. 

¿Cómo te sentís en esta etapa del país?

Producir es muy duro en la parte de comercialización este año. Por ejemplo, la zanahoria no vale nada y nosotros tenemos buena producción pero nos superan los gastos. Es tremendo.  compras un repuesto y te cuesta una fortuna. 

¿Tenes un hermano trabajando con vos?

Hoy no podría hacer lo que hago sin él. No podés hacer todo. Yo estoy con la cabeza y los pies en la chacra y él está en el galpón de empaque, en la logística, moviendo camiones, peleando los precios… Si no lo tuviera, sería imposible hacer lo que hago. Formamos un equipo y es lindo porque nos dedicamos a cosas distintas y somos buenos cada uno en  lo suyo. Esa es la clave. Los dos opinamos de todo pero cada uno se especializa en su rubro.

¿Tuviste que recurrir a financiamiento para crecer?

La revolución productiva de Trevelin fue un fracaso, se le daba de todo a gente que no estaba capacitada para producir. Y a todo que viene de arriba no se le da el valor que tiene. No se supo aprovechar.

Cuando hice el galpón de empaque o las cámaras de frigorífico, el Banco de Chubut me dio un crédito y eso se pagó y sirvió. En su momento fue una ayuda enorme, fue del banco y de Corfo. Eso fue una inversión importante. Hoy en día ya no le debo nada a nadie, y nunca recibimos subsidios. Pasamos por los volcanes, que la ceniza nos tapó la chacra, el hantavirus y todos los años teníamos una seguidilla de cosas…

 

 

La ceniza, ¿cómo afectó al suelo?

Cuando cayó pensamos que era el fin del mundo. Pensamos: “Le ponemos los candados a la tranquera y esto se terminó”. Increíblemente en unos años se fue incorporando o se la fue llevando el agua. Al suelo le hizo bien porque acá es muy ácido y tenía cierta reacción alcalina y ayudó bastante a subir el PH. No fue un fertilizante, como muchos creen, pero sí como una enmienda al suelo. Hoy por hoy ya no existe, se incorporó totalmente. 

¿Compras las semillas de zanahoria o las haces?

Arrancas probando y hasta el día de hoy probas variedades nuevas. Es fundamental. nosotros traemos semillas de Holanda, Finlandia y de Estados Unidos, de zonas que tienen un clima parecido al nuestro. Son todas variedades importadas, algunas híbridas. Ahí tenemos el cuento del dólar y que las dejen entrar. Es un insumo importantísimo para nosotros.

Además de tu rol  de productor, ¿tenés margen para un aporte a la sociedad?

Hay cosas por hacer por Trevelin y por Chubut, y yo estoy muy dedicado a la producción. Mi papá era pediatra y yo arranqué con esto solo por vocación. Tuve la oportunidad de fundar la Asociación de Productores de acá y con el tiempo te vas dando cuenta que quizá perdiste el tiempo y que no podes dejar lo tuyo por otras cuestiones. 

¿Sabés cuál es el problema? Estando en Mendoza, por ejemplo, tenes toda la infraestructura y una cultura de trabajo de la tierra que acá no existe. Todo es más difícil acá. Son zonas que no se han desarrollado en base a la producción agrícola. En su momento estaba la tradición del trigo,y estaba el molino harinero en Trevelin pero todo eso se fue perdiendo y ahora el principal ingreso de esta zona es el trabajo público.

Acá se han vendido muchas chacras y se han hecho pequeños emprendimientos de gente que sueña con la Familia Ingalls… Con eso no vivís y no podés ni siquiera mantener a una familia.

Estoy a los 60 con la misma polenta que a los 20 porque tengo una pasión enorme. Es una vida dedicada a la producción y estamos muy orgullosos de nuestro trabajo. Cuando algo se hace con gusto y pasión, difícilmente fracase.