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Tierra del Fuego aprobó una legislación que prohíbe la cría de salmones
Ayer, miércoles 30 de junio, la legislatura de Tierra del Fuego aprobó por unanimidad el proyecto de ley que prohíbe en la provincia la salmonicultura -es decir, la siembra y cosecha intensiva de salmones bajo condiciones controladas para fines comerciales- con el fin de preservar el ambiente y la economía local.
La norma fue sancionada por unanimidad y en la Legislatura fueguina, era un anhelo de instituciones y entidades ambientalistas, tanto locales como del ámbito nacional, y representa el corolario de un proceso iniciado en 2018, cuando se instaló con fuerza el posible establecimiento de salmoneras (jaulas para la cría de salmones en cautiverio) en el lecho marino del Beagle.
“Tanto por lo que significa como introducción de una especie exótica, como por los impactos que tiene sobre la flora y la fauna local, más la competencia desleal que hace de especies autóctonas, la salmonicultura como está planteada en la actualidad solo significa un beneficio económico para un sector muy acotado y un alto perjuicio para una región cuya potencialidad del ambiente, explotado de manera sustentable, resulta crucial para pensar el futuro de otro modo”, consideró el viceministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, Sergio Federovisky.
Con este tipo de producción, se engorda a los salmones en “jaulas flotantes”, ubicadas normalmente en bahías y fiordos a lo largo de las costas, mediante una técnica que se originó en Noruega a finales del año 1960.
Durante los últimos años distintas Organizaciones No Gubernamentales (ONG’s), referentes científicos del Conicet y entidades académicas como la Universidad Nacional de Tierra del Fuego (Untdf) se habían pronunciado en contra de la cría de salmones en el Beagle.
“Esta ley es un ejemplo del cuidado de un modelo económico y productivo sostenible, que respeta tradiciones culturales y prácticas artesanales que generan puestos de trabajo genuinos”, manifestó David López Katz, miembro de “Sin azul no hay verde” (el programa marino de la Fundación Rewilding en Argentina) en Tierra del Fuego.
A través de un comunicado,la organización explicó que entre las consecuencias de la salmonicultura se encuentran “las mortandades de salmones masivas, la intensificación de blooms de algas tóxicas (como la marea roja), la introducción de especies exóticas, la alteración de los ecosistemas y pérdida de fauna local, la generación de zonas “muertas” y el enmallamiento de mamíferos marinos”.
Según señala Greenpeace, “no existe la salmonicultura sustentable” ya que se trata de una industria dañina, que representa además un riesgo para las actividades tradicionales de pesca y recolección que desarrollan comunidades y pueblos indígenas ancestrales.
“Cada vez nos impacta más la recurrente seguidilla de desastres ambientales provocados por esta actividad: derrames, hundimientos, escapes de salmones, mortalidades masivas y proliferación de zonas muertas (anoxia), son algunos ejemplos. Todo esto ha puesto en peligro desde hace años a los ecosistemas marinos de las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes”, aseguran desde el sitio oficial de la organización.