LU5 Agro
La soja como alternativa productiva en el Alto Valle de Río Negro

En una región vinculada a la producción frutal, la incursión en nuevos cultivos sigue sorprendiendo. Francisco Pili, ingeniero agrónomo y multifacético productor agropecuario, ha dado un paso innovador al introducir la soja en el Alto Valle de Río Negro.
En comunicación exclusiva con LU5 Agro, Pili habló sobre este experimento, que ha captado la atención tanto de colegas como de medios especializados, y que pone en evidencia las posibilidades que ofrece el riego en la Patagonia para el cultivo de granos.
La soja, un cultivo emblemático de la Pampa Húmeda, ha demostrado ser una opción viable incluso en regiones donde no se pensaba que podría prosperar.
“Nosotros en el Alto Valle de Río Negro teníamos algunas experiencias previas, pero con resultados no tan alentadores. Sin embargo, gracias al trabajo conjunto con colegas del Grupo CREA y un asesoramiento técnico adecuado, logramos superar los obstáculos iniciales”.
En términos de rendimientos, el experimento en el Alto Valle superó las expectativas. “Con rendimientos que alcanzaron los 5.400 kilos por hectárea, hemos demostrado que es posible cultivar soja con buenos resultados, incluso en una zona no tradicional para este cultivo”, afirma. Estos rendimientos, que superan el promedio de la Pampa Húmeda, que ronda los cuatro mil kilos por hectárea, son un indicio de que la soja podría ser una alternativa prometedora para diversificar la producción en la región.
Uno de los aspectos más destacados de este cultivo es la sila soja no requiere aplicaciones intensivas de fertilizantes o pesticidamplicidad de su manejo. Pili asegura que s, lo que la convierte en una opción atractiva en términos de costos de producción.
“La soja es un cultivo sencillo; no tenemos que realizar muchas aplicaciones, excepto algún herbicida en etapas tempranas. Y, por suerte, no hemos tenido que enfrentar problemas significativos de plagas o enfermedades”.
El interés por la soja no solo radica en su potencial como cultivo independiente, sino también en su uso como alimento para el ganado. Francisco Pili ha integrado la soja a la dieta de su ganado, tanto en etapas de recría como en la terminación de los novillos.
“Lo que buscamos es reducir la dependencia de concentrados proteicos comprados, utilizando nuestra propia producción”.
Este enfoque también permite que Pili aproveche el cultivo de soja para rotar los cultivos y enriquecer el suelo con nitrógeno, gracias a su naturaleza de leguminosa. Además, la soja puede complementar otros cultivos como cebada, avena o triticales, optimizando el uso de la tierra y mejorando la productividad a lo largo del año.
La innovación de Francisco no se limita al cultivo de soja. También incursionó en la vitivinicultura, un proyecto que lo llevó a la creación de su propio vino bajo la marca Dama Juanita. “Después de algunos años difíciles, pude vinificar mi uva en una bodega local, y ahora estamos en góndola”, relata con orgullo. La vitivinicultura, con sus propios desafíos, también representa una forma de diversificación dentro de su modelo de negocios.
Además de su pasión por la soja y el vino, Francisco Pili continúa desarrollando su proyecto frutal y ganadero, buscando siempre nuevas formas de optimizar la producción y adaptarse a los cambios del mercado.
La experiencia de Francisco Pili pone de manifiesto el potencial de la Patagonia para la diversificación agrícola. Aunque el escenario económico presenta desafíos, como la caída de precios en algunos sectores, Pili es optimista.
“Cada nueva idea, cada nuevo cultivo, es una oportunidad. Y en nuestra región, debemos seguir buscando alternativas que nos permitan incrementar nuestra producción, ya sea soja, maíz, alfalfa o incluso nuevos cultivos”.
Con este tipo de iniciativas, los productores patagónicos no solo demuestran que la región tiene un gran potencial para la agricultura, sino que también se abren camino hacia un futuro más diverso y sostenible.