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Enología

Fuertes desafíos para la industria del vino

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“La producción de uvas para vinificar en Argentina ha estado cruzada en los últimos años por la última parte de cambios estructurales y una coyuntura que afectó tanto el mercado doméstico de vinos como su exportación”, así comienza el reporte de la División Vinos del Banco Supervielle.

El reporte repasa la historia reciente y afirma que en la década del ’90 la vitivinicultura argentina tuvo un cambio de gran envergadura que removió estructuralmente los fundamentos productivos de varias décadas.

“La apertura de la economía produjo una llegada de inversiones que veían un gran potencial exportador en el sector, pero se necesitaba un cambio radical en variedades, tecnología y enfoque de mercados cuando el mundo del vino se estaba globalizando”, continúa.

Así, en pocos años comenzó un proceso de inversiones que movilizó más de 70.000 hectáreas, se enfocó en variedades de potencial exportador y con el tiempo, ya en la primera década del 2000 vendría la revolución del Malbec.

“Este proceso se ralentizó en la última década por la influencia de un entorno macroeconómico adverso. En la última década, luego del repunte que significó la crisis del 2008 para los vinos argentinos, la economía argentina se estancó y sucesivos programas económicos no han logrado orientar las variables en la dirección de atraer inversiones en modernización que caracterizó décadas anteriores”, detalla.

Esto tuvo dos efectos muy importantes en el sector: una disminución de inversiones de mantenimiento y modernización y un elevado enfoque hacia variedades “seguras” como el caso del Malbec.

El año 2020 marcó un punto de inflexión en la producción de uvas porque se verificaron los precios más bajos de las últimas dos décadas. A la hora de encontrar las causas, el reporte enfatiza: “La razón hay que buscarla en las dificultades del mercado de vinos que se trasladaron a menores inversiones en activos fijos y corrientes, una menor tasa de modernización que la exigida en los mercados mundiales de vino y una presión muy fuerte sobre el precio de las materias primas que por condición estructural no tienen uso alternativo en la economía”.

En este contexto, en 2021 se observó un fuerte aumento del precio de las materias primas, a pesar de haber tenido una buena cosecha y esto que mejoró la rentabilidad de la uva, desmejoró la ya baja rentabilidad del sector elaborador y fraccionador de vinos.

La pregunta que hoy está en todas las mesas de decisión de la producción de vinos es acerca de los precios futuros de las materias primas.

“Todo parece indicar que la recuperación que tuvieron los precios, todavía no alcanza para llegar a equilibrios económicos en muchas variedades y en aquellas que si lo logran se advierte una fuerte presión compradora con lo cual los incentivos a menores precios en el largo plazo son bajos y se deben esperar cotizaciones similares e incluso superiores a las actuales en el mediano plazo, más allá que por fenómenos coyunturales en la próxima temporada puedan ser algo más bajos en moneda constante”, concluye.