Entrevista Realidad Económica
Bodega Don Amaro: Vino patagónico con alma familiar

Entre San Antonio Oeste y Las Grutas, en plena estepa patagónica, una nueva joya se suma al mapa vitivinícola de Río Negro: la bodega Don Amaro, un emprendimiento familiar que conjuga tradición, pasión y una apuesta firme por la producción artesanal. Con tres hectáreas de viñedos de Malbec y una historia profundamente ligada al esfuerzo familiar, la bodega acaba de celebrar su primera vendimia oficial y la inauguración de su propio establecimiento de elaboración.
“Estamos estrenando bodega”, cuenta a Realidad Económica con orgullo Gladys Maidana, encargada del local de ventas y de la distribución nacional del proyecto. Febrero marcó un hito para la familia: cosecharon por segunda vez sus uvas, pero esta vez con la infraestructura completa de vinificación y el respaldo de un enólogo de renombre, Marcelo Miras.
El vino que está en proceso es joven y promete sorprender. Se elabora de forma completamente artesanal, con levadura indígena, un fermento natural que surge de las propias uvas, similar al concepto de “masa madre” en la panadería. Además, el prensado también es manual, y el vino se conserva en tanques de acero inoxidable sin pasar por barricas, lo que acentúa su frescura y el carácter propio del terroir patagónico.
“Creemos que vamos a embotellar a fines de julio o agosto una primera producción que rondará las 1500 botellas”.
El proyecto vitivinícola es el fruto de una visión que inició Amaro Armengol, conocido en la zona como “Don Amaro”, quien falleció hace dos años dejando un legado de esfuerzo, trabajo y amor por la tierra. Junto a su hijo, Fabián Mañana, fundó Olisan, una firma reconocida por la producción de aceite de oliva de alta calidad, con más de 24 años de trayectoria.
“Él decía siempre que en esta tierra estaban los planetas alineados; por el suelo, por el clima, por estar tan cerca del mar. Y tenía razón, porque el aceite que producimos ha sido reconocido a nivel internacional”.
La bodega Don Amaro también se suma a la Ruta del Vino de Río Negro, como la número 14 del circuito, y abre sus puertas para visitas guiadas, donde los turistas pueden conocer de primera mano cómo se elabora vino en una región que hasta hace poco parecía incompatible con el cultivo de la vid.
“Le ganamos al desierto”, afirma Maidana. “Hace 24 años todo esto era tamariscos y jarilla. Hoy es un pulmón verde en medio de la estepa”.