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LU5 Agro

“Argentina es un país que castiga al productor”

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El recambio generacional que no se da, la falta de incentivo para entrar en el mundo de la producción, las políticas erráticas y una actividad “que expulsa” son algunos que los temas que charlaron Luciano Fernández y el productor frutícola de Allen, Franco Di Angeli.

Hay pocos que quedan trabajando en la chacra en tu generación. Hay un recambio generacional que quizá no se dio o lo hizo a otras ramas…
La cantidad de productores de 40 y 50 años es mínima. De cada 100, quedan 10. Hay otras perspectivas, la situación es difícil, la gente toma otras carreras… Es una actividad que expulsa. Hay muy poquitos chicos jóvenes que quieran entrar, hay que contarlos con los dedos de la mano.
No hay futuro para la fruticultura en el contexto actual. No podés estar todo el día arriba de una actividad que termina con nosotros, eso es así. Hay pocos que quieren entrar, más aún con el avance de otras actividades. Hoy todos quieren trabajar en el petróleo. La perspectiva máxima de un joven de hoy es entrar en una empresa de la industria petrolera.

¿Cómo ves esa tendencia en Allen?
Estoy rodeado de pozos. Yo no estoy en contra pero en Argentina, sin regulaciones, sin políticas de desarrollo… No hay mucho más para aclarar y yo lo veo a diario. Entonces, las cosas se dan como se dan, con malas calificaciones, con resultados inciertos… Puede haber un daño y uno no sabe, y se tiene que poner a investigar mucho y son cuestiones que los organismos que tienen que saltar por cualquier alarma o no existen o no está regulado.

“No hay futuro para la fruticultura en el contexto actual”.

¿Dónde encontrás los cuellos de botella en la fruticultura? ¿Lo comercial? ¿Los recursos humanos? ¿La producción?
Todo está mal. Es un país que castiga al productor. Yo estoy muy decepcionado. La comercialización es compleja, la producción ya no tiene ventajas de otros tiempos porque la tecnología nos dejó atrás. Pagar U$S 50.000 por un tractor me parece una locura, no me pone ni una manzana más en la planta, es una situación de lujo. Así es la fruticultura de El Valle, estás el 99% del tiempo pensando en la situación económica y no en los factores productivos, de planificación y desarrollo. Uno se cría con eso, con la sensación permanente de “me voy a fundir”. Es la forma de trabajar, es una locura… Toda la creatividad que uno debería tener para la actividad, que es muy compleja, la focaliza en otras cosas. Ahí debería estar el Estado, pero no para subsidios sino para acompañar al sector productivo. No es una actividad que interese, no hay política de desarrollo de la agricultura en Argentina porque depende de un cultivo extensivo, que es la soja. 


¿La manera de llegar al Estado es la correcta? ¿Confiás en la dirigencia de la fruticultura?
No porque no existe. No hay coherencia, uno tira para un lado, y otro para otro lado. Ante la pérdida de coherencia, uno deja de participar de esos espacios. No es que sean malos dirigentes, rescato muchísimo la tarea porque le ponen horas escuchando a todo el mundo…

“Uno se cría con la sensación permanente de ´me voy a fundir´

Si, suman otra tarea más a la de saber que te estás fundiendo. No sé cómo hacía la gente de antes.
Si, en ese rol social fallamos. Yo a veces veo cómo está hecho el Club Italiano y me maravillo. Esa función social y el compromiso con los más chicos hoy no está… Como todo en El Valle, lo hicieron cuatro o cinco gringos y lo cuidaban para los chicos, y así se pasaban la posta. Es cultural. Tiene que ver con de dónde venían, que no tenían nada y estaba la posibilidad de tenerlo, era gente muy sufrida con la posibilidad de tener algo propio, que da identidad, que forma, que contiene… Hoy eso ya no está, la producción ya no encuentra eco en la gente de nuestra edad. 

¿Vas a plantar algo este año?
Si, unos recambios que tengo que hacer y porque no sé hacer otra cosa que plantar. 

Entrevista completa.