Energía
Argentina, en el top 10 de eólica de baja potencia

En la ciudad de Cutral Có funciona el “Laboratorio de medición de desempeño de aerogeneradores de baja potencia” del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) Neuquén. Allí se testean equipos según parámetros internacionales y se elaboran informes que funcionan como certificaciones para los fabricantes nacionales.
En diálogo con Realidad Económica, Juan Pablo Duzdevich, referente del laboratorio, explicó por qué se trata de un establecimiento único en América Latina, cuáles son los desafíos de la energía eólica y cómo se pueden aprovechar los fuertes vientos patagónicos en zonas en las que la red eléctrica no llega.
“El laboratorio es único en relación a los aspectos técnicos y constructivos. Es un laboratorio que ensaya de a cuatro aerogeneradores por vez, que están sometidos al viento de la zona”, dijo Duzdevich. Y agregó que tiene “un alto nivel de desarrollo y hay que tener en cuenta que el nivel de desarrollo argentino en cuanto a la energía eólica de baja potencia es muy prominente a nivel mundial, estamos entre los primeros 10 paises en potencia instalada y aerogeneradores del mundo”.
Los aerogeneradores de baja potencia son aquellos cuyo rotor barre un área 200 m2 (diámetro 16 mts.) y una potencia nominal menor a 100 kW. Sus principales usos son: residencial (aislado e interconectado), embarcaciones, sistemas híbridos, bombeo de agua, desalinización/potabilización, monitoreo remoto, telecomunicaciones y protección catódica entre otros.
En la Patagonia, ¿quiénes están interesados en estos equipos, cuyos precios van de los 4.000 a los 9.000 dólares? “La matriz de producción primaria es la que demanda principalmente estos aerogeneradores de baja potencia. Me refiero a chacras, fincas, los campos de explotación agrícola-ganadera de la Patagonia, La Pampa y algunos lugares de la Mesopotamia. Ellos son quienes requieren mayormente de estos equipos”, explica el especialista. Y agrega que los compran para satisfacer “necesidades puntuales. Por ejemplo, darle energía a la casa del peón de campo o para el sistema de bombeo de agua, siempre tiene que ver con actividades productivas”.
Haciendo historia, Duzdevich nos cuenta que el laboratorio abrió sus puertas en 2010 y que “el objetivo principal fue dar respuesta a las necesidades a los fabricantes de aerogeneradores de Argentina, que pedían que INTI certificara sus productos. Así que un equipo de profesionales de Neuquén visitó a 11 fabricantes de 7 distintas provincias, recorrió fábricas y determinó una serie de variables que podían hacer al diagnóstico”. El especialista asegura que ven “cómo hay que ensayar los aerogeneradores según normas internacionales y una vez hecho, subimos la información en la página de INTI Neuquén con un informe standart, que puede consultar cualquier interesado en comprar un aerogenerador”.
“A partir de 2010, cuando el laboratorio comenzó a existir, los fabricantes comenzaron a conocerse entre ellos y la eólica de baja potencia tomó otra relevancia por su vinculación con el INTI. El público no especializado comenzó a saber que el INTI estaba trabajando en programas de fortalecimiento de la calidad y que los fabricantes se comprometían”, aseguró.
Los precios de los aerogeneradoes pueden llegar a ser un gasto imposible de afrontar para pequeños productores. Sin embargo, se debe tener en cuenta que “aunque son caros, es más barato que llevar la red eléctrica. Igualmente hay paneles solares de la misma capacidad de generación de los equipos eólicos de 9.000 por 4000 y cuesta competir. Si se analiza el costo por en dólares por kW instalado es un poco injusto porque en Tierra del Fuego, por ejemplo, en invierno no hay mucho sol y sí hay viento… Entonces, lo que hay que empezar a analizar es el costo de la energía, del kW/hora”.
Por Carla Barbuto