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Entrevista Realidad Económica

A un año del incendio en la comarca andina, sigue la deuda con los pobladores

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Por Ceci Russo
Desde Bariloche

Hace exactamente un año, se inició uno de los incendios forestales más graves que vivió la comunidad de la comarca andina. Más de 13 mil hectáreas fueron arrasadas en localidades cercanas al límite entre Río Negro y Chubut: El Hoyo, Las Golondrinas y Cerro Radal fueron los lugares más afectados.

El siniestro ígneo fue caracterizado como “tormenta de fuego” por su velocidad y su intensidad. Condiciones como el viento, que por momentos alcanzó los 90 km/h, y el bajo contenido de humedad en la vegetación producto de un verano seco y de temperaturas extremas, propiciaron el avance rápido. Las llamas consumieron bosque, viviendas, negocios y hasta la vida de animales y pobladores.

En ese momento, Realidad Económica dialogó con Cristian Szudruk, poblador de El Hoyo, a quien el fuego le llevó un aserradero y una plantación entera de árboles y animales. Este medio volvió a hablar con él para evaluar cómo transcurrieron estos meses y su respuesta fue contundente: “La situación sigue igual”.

“Hubo una pequeña ayuda por parte del Gobierno, un monto de 300 mil pesos para cada damnificado, pero fue sin tomar en cuenta lo que se le quemó a cada uno. A mí se me quemaron 224 hectáreas y me dieron lo mismo que al vecino que perdió solamente una tranquera. Así que por ese lado no hubo ningún tipo de adelanto”, comentó.

Szudruk, además, explicó que la ayuda llegó meses más tarde y los valores de pérdida quedaron desactualizados: “Solamente tuvimos ese subsidio que en el momento del incendio, el 9 de marzo, yo compraba 30 rollos de alambre, y ahora, cuando me lo dieron, solamente pude comprar 10”. “Así que me alcanzó para alambrar una parte del terreno. Tuve que vender animales porque ya no lo podía sostener más sin alambrar”, agregó.

“La situación incluso hasta está peor porque no hemos podido hacer mucho, todo está difícil. Si bien pude alambrar parte de la chacra para contener algunos animales que tengo acá, una junta de huelles que utilizo para el aserradero, después no nos quedó nada más”, se lamentó.

Además del aserradero que posee en El Hoyo –Cristian es tercera generación frente al emprendimiento – el cual emplea a cinco familias, el poblador tenía una plantación de árboles nativos y de pinos la cual se quemó toda, “no quedó nada”, había asegurado.

Un año después remarcó: “No he podido volver a reforestar, sigo acomodándome, estoy viendo si hay algún tipo de subsidio para poder aliviar el tema ese y volver a plantar, más allá de que voy a tener que esperar 25 años para poder cortar un pino. Quería volver a tener la chacra como estaba antes, que de acá a unos años se vuelva a ver el verde”.