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LU5 Agro

Ortega, claro como el agua: “En Neuquén se ha dejado de producir”

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Antonio Ortega es el dueño del vivero Frutillas Plottier y exporta los plantines a Brasil, Ecuador, Colombia y en cantidades más reducidas hasta a los Emiratos Árabes y Dinamarca; emplea a 200 personas en forma fija y cuenta con otro vivero de similares características en El Maitén (Chubut).  Aunque el emprendimiento parece fluir a fuerza de mucho trabajo, Ortega reconoce: “Me parece que éste es uno de los últimos años. Ya estoy grande y no se avizora la producción en los jóvenes”.

 

¿Cuáles son las expectativas con el vivero?

Estoy por recibir de Estados Unidos plantas madre para después hacer la producción. Después de tres meses de gestión estamos recibiendo una partida de plantas hoy, que no sabemos ni cómo llegan porque las agarró el temporal en EEUU y pasaron de un avión a otro… 

Cuando llegan, ¿qué haces?

Las plantamos acá, en Plottier, y después las multiplicamos. Y esas son las que exportamos a Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia… van también a los viveros de Argentina.

¿En qué etapa estás? ¿Creciendo en superficie o bajando la producción?

Estos últimos años venimos bajando. Me parece que éste es uno de los últimos años.

¿Por qué?

Ya estoy grande  y no se avizora la producción en los jóvenes. En Argentina, los jóvenes no quieren estar en el campo… la gente, el estado deben aprender a cuidar un poco más a los productores. En todos los países se los cuida un poco más, en Argentina no. Es una idiosincrasia que tenemos, una forma de vida…  Cuando vas al campo, ¿que encontrás? A  los de 40 y 50 que se vienen a los pueblos, anda a quedarte vos en la chacra… Se ha dejado de producir, en Neuquén se ha dejado de producir.

Nos están tapando con casas y no nos cuidan. Se han hecho muchos barrios y cuando llegamos acá, era un desierto… lo hemos desmontado nosotros, lo hemos emparejado nosotros, plantamos los álamos… El problema es que nos vamos cubriendo con la ciudad, acá se hace lo contrario a todos los países: nos vamos a vivir a las zonas productivas en lugar de hacerlo arriba de la barda y dejar la zona productiva.  

Ya estoy grande, ya pasé los 70 y mis hijos no quieren seguir. Acá no se tiene vacaciones, se terminó hace 20 días la cosecha y ya se tienen los campos limpios para plantar de vuelta y en El Maitén se está plantando y tenés que ir pensando porque la gente ya no quiere laburar más… no conseguís gente de ningún modo. No sólo acá, en Plottier, no tenes gente en Santa Fe, en Entre Ríos… A la juventud no le interesa trabajar en el campo. Entonces, es difícil seguir así.  Lo mismo pasa con la pera o la manzana. 

 

 

 

El escenario es cada vez más complicado…

No se le busca la vuelta, vamos en retroceso. No se dan cuenta que no está quedando gente joven en el campo. Yo voy a Brasil, hago una reunión y tengo 200 jóvenes, 10 de mediana edad y si hay alguno de mi edad, es de casualidad. Vos venis, lo haces acá y el que menos tiene es de 70 años. Eso te marca el rumbo. 

Está viniendo gente de afuera para trabajar en la frutilla, ¿no?

Este año había bolivianos, mendocinos, santafesinos, chaqueños, salteños y tucumanos. ¿Neuquinos? Muy poquitos. La gente de acá se dedica más al petróleo. Les voy a regalar un librito para que empiecen a leer, ya hay muchos países que no lo sacan más…

¿Cómo te fue en la pandemia?

Invertimos todos los ahorros en hacer baños, dormitorios, el galpón… Trabajamos despacito pero trabajamos, muy tarde con las entregas… y nos cortó la cabeza hacer los análisis en Buenos Aires. Teníamos que mandar 70 muestras y nos dijeron “manda tres por semana”, no nos alcanzaba el año para la cosecha….

Traes todo de Estados Unidos, ¿no?

Dependemos de la Universidad de California para muchísimas cosas. La genética que está viniendo es de allá, el desarrollo y avance en plantas de las que imagines es tremendo. Las mandarinas que estamos haciendo provienen de allá, somos los únicos que tenemos la licencia para mandarinas sin semilla en la zona. Estamos desarrollándola, este año ya tuvimos la primera entrega de plantas  y son productos que pueden venderse en el mundo. 

Por eso yo a veces digo: ¿Por qué sigo trayendo y no busco hacer un laboratorio para hacer una variedad? Podría hacerlo, demora 8 o 10 años. Pero nosotros no tenemos la necesidad de elaborar una variedad sino que podemos comprar la genética y desarrollarla acá. 

 

 

 

La burocracia no se adapta…

No, tienen 100 años y no se adaptan. Están hace 100 años en la misma silla. No conocen los campos ni la evolución de la agricultura. ¿Cómo pueden seguir con eso? Hay gente que no pudo viajar ni conocer y ni te cuento con la pandemia que desde hace dos años la gente no pudo ir a ningún lado.

Hay todo un mundo atrás del viverista…

Si y no es solamente con la frutilla, anda a traer una planta de manzana, pera o cereza o un varietal… Hay muchísimas cosas nuevas, desarrollo… Es muy interesante los frutos finos en el mundo se han multiplicado en consumo por 500 veces. Acá quedan unos 40 o 50 productores que hacen frutilla, frambuesa o mora pero en una escala muy linda. El mundo en sí con los frutos rojos ha avanzado un montón.

Estas plantas que llegan ahora van a plantarse en mayo del año que viene. Yo arranco con la planta que después va a otro país a producir. Andan muy bien, es increíble ver la producción de las plantas de Plottier pero hay que acomodar la casa para salir a vender.

No está en nuestras manos la solución, los que gobiernan jamás te consultan nada, en otros países van de la mano de los productores…